Cuarto de servicio-Mario Galván Reyes
Ahí al fondo de la casa, oculto por un pabellón rodeado de árboles de ornato y lejos de las visitas, Flor planchaba unas camisas de varón en el cuarto de servicio doméstico de la casa de la familia Abimerhi, después de una jornada habitual de aseo. La iluminación del cuarto era precaria y de color ámbar, proveniente de una sola bombilla que colgaba del techo. El olor a almidón yacía en el aire, pues la ventilación era escasa. La televisión transmitía la telenovela de las cinco de la tarde: un melodrama sobre una mujer de escasos recursos que se enamora del hijo mayor del patrón. Flor escuchaba atenta, y por momentos, entre los dobleces del cuello, del ojal y el camesú se detenía a mirar conmovida los primeros planos de los rostros de los personajes, que expresaban los sentimientos más sublimes del amor en un conflicto de clases. Un chillido de la bisagra de la puerta en la entrada del cuarto llamó su atención. Patricio, el hijo único de los dueños de la casa, acechó apenas por la hen...