Ese pájaro extraño-Elvira Aguilar
Carmen dejó ocho palabras escritas: la vida siempre me pareció un pájaro extraño. Aquella noche la pasé en su casa porque, como otras, estaba mal, tenía miedo. —Ven, Flaquito, que el pájaro negro revolotea en mi cerebro y me quiere devorar los ojos. Cuando llegué, la encontré recostada sobre la pequeña alfombra de la sala. Vestía ropa interior, había bebido, tenía la cara hinchada de llorar, sus labios estaban encendidos. La levanté y la llevé a su recámara. Después quiso bañarse, comento que se estaba incendiando. La metí en la tina con agua fría y comencé a tallarla. Lloraba y me pedía que la abrazara, decía que ya no quería sentir el revoloteo de ese pájaro adentro de su cabeza, que le estaba comiendo todo, que no le quedaban ideas ni voluntad. No sabíamos entonces, pero estaba viviendo, sus últimos momentos. Tengo muchas imágenes de Carmen en el álbum de mi memoria. La recuerdo en el kínder con sus vestiditos ampones en colores pastel. La vuelvo a ver en la secundaria...