Entradas

Mostrando las entradas de marzo, 2022

Oficios marinos-Ana Clavel

Imagen
  Era alto y erecto como la verga de un barco. Su profesión no estaba relacionada, sin embargo, con la marina sino con la medicina. Fue mi ginecólogo cuando estuve embarazada. Tenía manos grandes y dedos largos que palpaban mi interior. Sus ojos presagiaban la melancolía del marino que ha hurgado todos los mares en busca de la imposible perla de los vientos. . . Qué remedio: lo amé desde el fondo de mis entrañas. Nos citábamos cada mes; después, cada semana. No era yo la única que suspiraba. En la sala de espera del consultorio otras mujeres, flanqueadas por maridos ingenuos, aguardaban ansiosas su profanación. Una vez, cercano el parto, me auscultó y mi vientre curvo se precipitó en leves oleajes. Su rostro emergió de excitación entre mis piernas mientras deslizaba dos de sus largos dedos. "Ya casi. . . ", susurró a modo de promesa. Yo quería estar en mis cinco sentidos cuando tuviéramos por fin el esperado encuentro: deseaba un parto psicoprofiláctico, sin anestesia, sin la...

Añicos de voces femeninas-Irene Vallejo

Imagen
  En un paisaje de sombras, ella tiene cuerpo, presencia, voz. Es un caso único en Roma: una joven independiente y culta que insiste en su derecho al amor; una poeta de cuya vida y sentimientos habla ella misma, con sus propias palabras, sin mediaciones masculinas. Sulpicia vivió en el siglo dorado del emperador Augusto. Fue una mujer excepcional por muchos motivos —el más importante de ellos era que pertenecía a ese 1 por ciento de la población romana que hoy clasificamos como élite, situada en la cumbre de un mundo duro y jerárquico—. Su madre era hermana de Marco Valerio Mesala Corvino, un poderoso general y mecenas literario. En la mansión de su tío conoció a algunos de los poetas más aclamados de la época, como Ovidio o Tibulo. Favorecida por la riqueza y el parentesco, Sulpicia se atrevió a escribir poemas autobiográficos, los únicos versos de amor escritos por una mujer romana de la época clásica que han llegado hasta nosotros. En sus poesías habla una voz femenina que rec...

La mujer ante el espejo: cinco autobiografías-Rosario Castellanos.

Imagen
  La mujer, según definición de los clásicos, es un varón mutilado. Pero no obstante lo que este concepto indica de fealdad intrínseca y extrínseca, de parálisis en el desarrollo, de despojo violento, no ha habido mujer que haya desperdiciado la oportunidad de contemplar su imagen reflejada en cuantos espejos le depara su suerte. Y cuando el cristal de las aguas se enturbia y los ojos del hombre enamorado se cierran y las letanías de los poetas se agotan y la lira enmudece, aún queda un recurso: construir la imagen propia, autorretratarse, redactar el alegato de la defensa, exhibir la prueba de descargo, hacer un testamento a la posteridad (para darle lo que se tuvo pero ante todo para hacer constar aquello de lo que se careció), evocar su vida.              El modo de la evocación cambia con las épocas. Santa Teresa, santa al fin, al fin española, al fin espíritu de la Contrarreforma, apela a la obediencia para que le s...

Galatea-Brianda Domecq

Imagen
  No quiero empezar a imaginarme los sueños y las fantasías, delirios y angustias secretas encerradas en aquella jaula dorada donde vivió la canaria el tiempo que estuvo conmigo. Quisiera olvidar hasta su nombre "Más dura que mármol, más helada que nieve ", Galatea, que yo misma le puse inspirad a sólo por su inmaculado plumaje blanco. Pero su recuerdo sigue aquí, en mi mente y en la culpa de aquel huevo último contagiado de una locura lenta e irremediable. Para decir verdad, me la vendieron como macho, engaño justificado por su ancho pecho, la cabeza siempre erguid a aún en sus últimos días como por un orgullo desmedido o una decisión infame, y la belleza cegadora de sus plumas. Yo incubaba la ilusión de adornar mi soledad, primero impuesta y luego asumida a conciencia, con el apasionado canto de un macho solitario, pero al poco tiempo de estar oyendo el monótono " chirp-chirp" de mi adquisición, acepté la idea de compartir mi monólogo con otra de igual sexo y dest...

El coloso y la luna- Socorro Venegas

Imagen
  Se desliza por su cuerpo de gigante la luz blanca, igual que el sueño en los ojos muy abiertos de la niña. Al fondo de la mirada de Andrea hay un hombre inmenso sentado a la orilla de la tierra, la cabeza ladeada hacia la luna. ¿De dónde vino este coloso para habitarle el sueño? Está cansada. Apenas parpadea. Y en su boca hay un sabor amargo y seco. Todo el día buscó a su padre, caminó por las calles de su barrio, entró en las cantinas, tocó las puertas de cada conocido y recibió las negativas. No le importaba mucho hallarlo, pero su madre se pondría furiosa si no lo llevaba de vuelta. La pesquisa la hizo explorar más allá del barrio, territorio desconocido. En el límite entre su calle y la otra unas niñas jugaban rayuela. Andrea quiso dejar a la suerte la decisión de ir más lejos o volver a casa sin novedad, entonces escucharía los insultos de su madre, quien luego se echaría a llorar lamentándose por la hija tan inútil que tenía, la amenazaría con sacarla de la primaria y p...

Inés no da entrevistas-Mónica Lavín

Imagen
  Abrí el paquete de libros, ansiosa por el estreno de un nuevo título. Allí estaba Desarraigos , con una portada sobria, pero era otro el nombre de la autora. Inquieta, desenfundé el ejemplar: en la solapa, la foto de la autora confirmaba que no era yo. Un retrato en blanco y negro de una mujer que más parecía una diva de los años cincuenta que escritora del siglo XXI revelaba el hombro descubierto del que seguramente era un vestido de noche, una gargantilla de brillantes diminutos, o lo que eso parecía, un largo cuello despejado y un rostro de pómulos notables y boca carnosa, bien enmarcado por el pelo, recogido en un chongo elegante. No era mi nombre ni era yo, ni siquiera en el pasado. Eso era un timo. No quise leer la breve semblanza de un párrafo que revelaba la juventud de la autora y hablé a la editorial, indignada. Los demandaría. Verifiqué que el texto del libro fuera el mío; tal vez alguien había coincidido en el título, cosa dudosa, pero el arranque preciso —que hice y ...

El recado-Elena Poniatowska

Imagen
  Vine Martín, y no estás. Me he sentado en el peldaño de tu casa, recargada en tu puerta y pienso que en algún lugar de la ciudad, por una onda que cruza el aire, debes intuir que aquí estoy. Es este tu pedacito de jardín; tu mimosa se inclina hacia afuera y los niños al pasar le arrancan las ramas más accesibles… En la tierra, sembradas alrededor del muro, muy rectilíneas y serias veo unas flores que tienen hojas como espadas. Son azul marino, parecen soldados. Son muy graves, muy honestas. Tú también eres un soldado. Marchas por la vida, uno, dos, uno, dos… Todo tu jardín es sólido, es como tú, tiene una reciedumbre que inspira confianza. Aquí estoy contra el muro de tu casa, así como estoy a veces contra el muro de tu espalda. El sol da también contra el vidrio de tus ventanas y poco a poco se debilita porque ya es tarde. El cielo enrojecido ha calentado tu madreselva y su olor se vuelve aún más penetrante. Es el atardecer. El día va a decaer. Tu vecina pasa. No sé si me habr...